viernes, 25 de diciembre de 2015

10 EL PORTEÑO 18 DICIEMBRE DE 2015

Introducción                                    

El porteño es un tema que atrae a escritores, investigadores y ensayistas. El habitante de Buenos Aires ha sido y es sujeto de trabajos – artículos, monografías, tesis y libros – que se acumulan año a año  y que lo tratan con distintos enfoques. Un aspecto que se repite es el del comportamiento y la conducta del porteño.

Según la información que he recogido, fueron extranjeros quienes primero se ocuparon del porteño, sorprendidos de sus características. Dice Edmund Stephen Urbanski, “Es un tópico que atrajo la curiosidad de algunos observadores extranjeros y también en los últimos treinta años avivó la atención de varios ensayistas argentinos” [1] cita a continuación al norteamericano Waldo Frank, al alemán Keyserling y al español Ortega y Gasset.

Ortega hoy sigue siendo mencionado y citado por sus escritos de los años treinta, en particular su artículo que tantas críticas le valieran “El hombre a la defensiva” que apareció en España, en El Espectador, en 1929.

Los autores argentinos que acompañaron y siguieron la línea que abrieran Frank y sus seguidores fueron varios: Scalabrini Ortiz, Martínez Estrada entre otros. Llama la atención que cuando en años recientes y hoy mismo se retoma el tema, irremediablemente se cita a Ortega y a sus contemporáneos extranjeros y argentinos.

Sin embargo, al aproximarnos al porteño como tema de análisis surgen algunas dudas que los trabajos mencionados no consideran.  Se puede hablar de “el porteño” como un genérico que se aplica a la totalidad de la población de Buenos Aires ? Seguramente, el porteño que presenta Ortega surge de sus contactos con intelectuales y personas de las clases medias altas y altas que conoció a través de Victoria Ocampo quien fuera su muy buena amiga. Y tampoco, quienes han tratado el tema del porteño  han hecho distinciones y se lo considera un prototipo que se repite para el total de la población. Esto sucede no sólo en la producción escrita, sino también en la radio y la televisión.

Tratar este tema nos exige considerar y analizar las clases sociales de Buenos Aires lo que hacemos a continuación.

1.       Buenos Aires y sus clases sociales

En 2013 publiqué en un blog [2] un trabajo sobre las clases sociales de Buenos Aires y el voto. El trabajo concluía con la definición de cinco clases sociales que considero explicativas de la estructura social de Buenos Aires y que supera el esquema tradicional de la división en clases de acuerdo a los ingresos y que utiliza habitualmente los términos de Alta, Media Alta, Media, Media Baja y Baja. A partir de entonces comencé a trabajar en el tema del porteño. Según avanzaba con este nuevo tema percibí que el trabajo anterior adolecía de faltantes, imprecisiones y aún de ciertos errores. Por esta razón el Cuadro que sigue presenta cambios con respecto al de 2013.

Como ya se señaló, la clasificación en clases se basa habitualmente en el ingreso. Este esquema definitorio, repetido en el mundo, considera sólo una variable, la cual aunque importante, no considera otras dimensiones que definen la ubicación de una persona en su entorno social. El Cuadro que sigue presenta la clasificación del habitante de Buenos Aires en clases sociales. Esta clasificación considera la historia y los antecedentes de la familia como un factor determinante en la sociedad de Buenos Aires. Esa historia y esos antecedentes familiares resultan y están asociados con la historia de la ciudad que por cierto tuvo características muy particulares.

Algunos genealogistas han estudiado esta asociación detalladamente [3] y  señalan algunos hechos y situaciones que resumimos a continuación:

1.       a la llegada de los españoles a lo que sería Buenos Aires, no había una población india asentada y los nativos vecinos se alejaron sin establecer contacto con los recién llegados y  sin integrarse con ellos;
2.       la población nativa no tenía viviendas, ni había construcciones que les pertenecieran, como ocurrió con los aztecas, mayas e incas;
3.       la falta de madera y de piedra no debe hacer sido extraño a esta falta de construcciones indígenas y fue a la vez fue una restricción que enfrentaron los españoles para afincarse que tuvieron que hacer sus viviendas con barro;
4.       Buenos Aires fue fundada por Garay que lo hizo acompañado de 11 españoles y 52 “mancebos nacidos en esta tierra” dice Binayán, pero “no hay correspondencia entre los fundadores y los que se asentaron” y por fin agrega: “en Buenos Aires apenas se conoce descendencia de 15 de los que llegaron”;
5.       “entre los troncos más poderosos fundados en la época de la conquista están los … gallegos, … montañeses … (y) vascos” dice Binayán y agrega la mayoría de las grandes familias de época eran de origen andaluz, en cambio, a partir del siglo XVIII son de la cornisa cantábrica.

Por fin antes de presentar el Cuadro de clasificación no están demás algunas observaciones. Se consideran aristócratas las personas y familias que descienden de personas y familias que integraban de manera destacada la sociedad del Buenos Aires colonial y que revindican de esto. Constituyen esas personas y familias de los primeros años de Buenos Aires los pobladores pioneros (pocos como se señaló más arriba), los funcionarios designados por la Corona para la administración de la colonia, por ejemplo, Pedro de Medrano, los comerciantes exitosos, el caso de Lezica y Azcuénaga,  y los integrantes de las primeras instituciones que siguen a la etapa colonial como la junta de mayo: Saavedra, Castelli, Belgrano, Larrea. Años después, los intelectuales también se suman a la aristocracia: Echeverría, Mármol, Alberdi, Mitre.
Cabe insistir en que el aspecto económico no constituye una componente que determina la clasificación de una persona o familia como aristócrata, ni de los primeros porteños, ni de su descendencia. Se integraban, sí, a la aristocracia por el matrimonio quienes pertenecían a otras clases sociales. Por esta situación y porque buena parte de las familias aristócratas de la primera época quedaron en una crítica pobreza, sus familias y sus apellidos se perdieron.

En cuanto a los terratenientes, veamos dos casos típicos y repetidos: los Anchorena y los Santamarina.

Juan Anchorena, Navarra, España, 1734 - ?, , llegó a la Argentina a los 34 años de edad y se instaló en Buenos Aires. Sin relaciones y sin dinero se empleó en un negocio de alimentos que al poco tiempo logró comprar a la vez que se iniciaba como prestamista. Esta ocupación le permitió establecer numerosas relaciones y por fin se casó con la hija de unos de sus clientes, Ramona Josefa de Anaya. Binayán Carmona aclara que la esposa de Anchorena pertenecía a un tronco familiar sin conexión con las familias fundadoras de la Buenos Aires, ya que provenía de un matrimonio madrileño asentado en Buenos Aires recién en 1683. Sin embargo, esto fue un asenso social que potenció que los hijos del matrimonio se casaran con miembros de familias criollas de viejo arraigo. Este caso es un ejemplo del ascenso social de la clase de los comerciantes - simples “estantes” (los que vivían fuera de Buenos Aires) - a la de los “vecinos” - integrada por las familias patricias descendientes de los primeros pobladores que se posibilitaba con el matrimonio con una criolla de familia arraigada, que le habilitaba el acceso a los cargos de alcalde y regidor en el cabildo, como así también el derecho a la propiedad y a recibir mercedes de tierras. En 1836 la familia disponía de 76.000 hectáreas de campo y en 1928 las había incrementado a 383.000 hectáreas. (Tomado de Wikipedia).

El caso de los Santamarina es similar. Ramón Santamarina, España, 1827 - 1904, llegó a la Argentina a los dieciséis años de edad y se instaló en Tandil, en la provincia de Buenos Aires. Trabajó como peón de campo y con lo que ganaba fue comprando bueyes y carretas, iniciando un negocio de carretas con el que hizo su fortuna. Adquirió varias estancias.

No es así el caso de los Alzaga. La familia Álzaga fue una antigua familia instalada a mediados del siglo XVIII en el Virreinato del Río de la Plata cuyos fundadores fueron Mateo Ramón de Álzaga,administrador de correos, su primo José de Urquiza y Álzaga y Martín de Álzaga, alcalde de primer voto y regidor del Cabildo, de importante actuación en el rechazo de las invasiones inglesas, quien logró adquirir una gran fortuna en el comercio. Este último era natural de la parroquia de Vizcaya. Contrajo matrimonio con María Magdalena Carrera con quien tuvo tres hijos varones y siete mujeres. La familia se constituyó en una de las más representativas de la aristocracia terrateniente argentina, es decir son aristócratas por su ascendencia y a la vez terratenientes. (Tomado de Wikipedia).
Es decir, estas tres familias representativas de la aristocracia porteña tienen historias diferentes y como veremos en el Cuadro que sigue sus historias las ubican dentro del estrato social al que pertenecen en distintos niveles.
Seguimos con el Cuadro.

CLASE SOCIAL
INTEGRANTES DE LA CLASE SOCIAL
ARISTOCRATAS
en primer término lideran esta clase los pocos descendientes de los españoles fundadores. Se agregan a estos, los sucesores de las familias que surgieron del matrimonio de aquellos españoles que se agregaron – primero andaluces y después vascos – como “vecinos” en la periferia de la ciudad, sin o con pocos recursos, y que hicieron fortuna y se casaron con las descendientes de los primeros pobladores que se habían empobrecido. Este grupo es liderado por quienes acreditan estirpe de antigua nobleza y reales. Es el caso de los descendientes de Liniers, por ejemplo los Estrada, que pueden trazar su filiación hasta el siglo XIII [4] y antepasados que ya pertenecían dos siglos antes a la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén. Cabe destacar que estos se consideran más acreditados por su estirpe que los que también integran el grupo de los aristócratas, los descendientes de aquellas argentinas – que ya mencionamos más arriba – que casaron con nobles europeos arruinados económicamente y cuyo caso emblemático lo constituyó la no-Unzué que casó con  el duque de Luynes. Por lo dicho, los aristócratas no presenta ni uniformidad, ni integración total, sino a nivel de los subgrupos, más allá de la relación formal que se mantiene educadamente entre todos los integrantes.
TERRATENIENTES
son los descendientes de las familias exitosas económicamente del siglo XIX, grandes terratenientes, de origen español, criollo y mestizo, por ejemplo, los Anchorena, ya mencionados, Santamarina, nacido el primero en llegar en Galicia, o de raíces francesas, Leloir, y también ingleses, Tornquist, e irlandeses, Duggan. En general los terratenientes son discretos, sin aparición ni en público, ni en organizaciones, ni en los medios periodísticos. Actúan en las asociaciones de su sector (La Rural, por ejemplo) y desempeñan actividades con los aristócratas, y así como dentro de los aristócratas hay categorías, los terratenientes se saben de una categoría inferior. Esta situación no se expresa de ninguna manera y funciona como un telón de fondo donde cada uno sabe el lugar que le corresponde.
ADINERADOS
son los descendientes de quienes desde los primeros años y aún posteriormente hicieron fortuna y llegaron a una ubicación social por el desempeño de una actividad no agrícola: comerciantes, funcionarios, profesionales, políticos, industriales, etc. (Escasany, Fortabat, Bagó por ejemplo). Algunos ocupan los primeros lugares de las organizaciones profesionales y empresariales, otros son casi desconocidos, por ejemplo Hugo Sigman. Su actividad social demuestra su poder y riqueza. Los de familias sajonas lograron en varios casos ocupar destacada posición dentro de este grupo y aun a ascender a los grupos anteriores (por ejemplo los Bullrich). El origen italiano constituyó siempre una traba para actuar con los aristócratas y los terratenientes, aún para los más exitosos económicamente: los Pini y los Soldati por ejemplo. Por fin, dentro de este grupo se encuentran los adinerados judíos, entre ellos Eduardo Elsztain el mayor terrateniente del país, y un conjunto de grandes empresarios dueños de bancos, fondos de inversión, diarios y negocios agropecuarios como la siembra de soja por Gustavo Brogocopatel (250.000 hectáreas en Argentina). Esto no hace que la relación de judíos con aristócratas y terratenientes sea habitual, y con los adinerados es circunstancial.
EUROPEOS
son los descendientes de los primeros españoles que no hicieron fortuna y los descendientes de los europeos (españoles, italianos, judíos, etc.) que llegaron en el siglo XIX y principios de XX. Parte de este grupo fue económicamente exitoso en Buenos Aires como comerciante o como industrial. Sus hijos se profesionalizaron y algunos integran un grupo con altos ingresos, administrando las empresas que iniciaron sus padres. Otro grupo se mantuvo y se mantiene como empleado – muchos del Estado – o como pequeño comerciante o artesano (electricista, cañista, gasista, etc.) o prestando servicios (chóferes, taxistas, encargados de estacionamientos, etc.) y por fin, en ocupaciones menores (porteros, vigilantes, serenos, peones, etc.). Las mujeres de la clase europeos han evolucionado notoriamente en los últimos años. Tradicionalmente fueron las maestras de escuela, hoy constituyen casi la mayoría de los egresados universitarios y su presencia en organizaciones y empresas es creciente. La mujeres de menores ingresos son empleadas en el comercio y en la industria. Clasificando a este último grupo por bienes e ingresos, tendremos subgrupos de  clases económicamente alta, media, media baja y baja.
INDIOS
los descendientes de los indios que fueron pocos en Buenos Aires hasta que durante el proceso de industrialización de los años 40 liderado por Perón, ocupan el Gran Buenos Aires y a partir de esa fecha continúan llegando, acompañados desde los años 80 por peruanos, bolivianos y paraguayos

De quien se habla entonces cuando se hace referencia al “porteño” ? No es arriesgado decir que la referencia que leemos o escuchamos por televisión se refiere a los europeos que son quienes ocupan el espacio más visible de la sociedad de Buenos Aires. Esta clase también es mayoría y seguramente alcanza al 60 % de la población.

El segundo grupo en orden de importancia en Buenos Aires es el de los indios. Denominamos así, correctamente a esta clase, por su origen y ascendencia. Décadas atrás  fueron despectivamente conocidos como “negros” y “cabecitas negra”. Son la mano de obra de la construcción y de las industrias y quienes ocupan cargos como vigilantes en la policía y como suboficiales de las fuerzas armadas. No hay vigilantes rubios.

El tema del “indio” no es menor. En el documento original de mi trabajo sobre las clases sociales de Buenos Aires, se usó el término entendiéndose que era tan válido como lo es el de “celta”, “gallego”, “vasco” o “sajón”. Ahora resulta – es una novedad de hace dos años - que el término “indio” es despectivo y lo que corresponde para definir personas con ese origen es el empleo de dos palabras: “pueblo originario”. Es decir, que si a alguien cuyos antepasados fueron calchaquíes le pregunto qué es, debe responderme “pueblo originario”. Esto es como si en Brasil a alguien de color le preguntara lo mismo y me contestara “pueblo extranjero introducido”.

2.       Evaluación

De la clasificación presentada en el Punto anterior surgen las diferencias profundas que se dan entre las clases sociales de Buenos Aires. Los aristócratas y terratenientes durante años, y hasta hace muy poco, constituyeron un grupo con modalidades, comportamientos y costumbres semejantes que se expresaban tanto en la vida familiar como en lo social y lo profesional. Ciertos y determinado barrios, colegios, clubes, asociaciones y lugares de veraneo eran áreas definidas, casi propias y exclusivas de esas clases sociales. En este contexto, el encuentro físico con otras clases era casi imposible.

Sin embargo, el gran crecimiento económico de algunas familias de la clase que hemos denominado europeos, logró primero el vínculo profesional, por la coincidencia de intereses, que luego esa aceptación se expandió a lo social. Es decir, como lo señalábamos en “Las clases sociales de Buenos Aires y el voto”, una expresión de la discriminación hacia los europeos era la ausencia de apellidos italianos en las relaciones de la clase alta.

Con pocas excepciones los inmigrantes de afuera no se integraron con las clases altas de Buenos Aires. Si algún autor dice lo contario sustentándose en el caso de los Pellegrini o en el de los Devoto, la realidad es otra. Si tenemos la paciencia de analizar los avisos fúnebres de la Clase Alta publicados en La Nación comprobamos rápidamente lo dicho. Por ejemplo el 2 de mayo de 2012 falleció María E. Duhau Avellaneda y en las tres columnas de avisos no encontramos un apellido italiano, no sólo de un pariente, sino de un amigo o conocido.
Corresponde señalar que la mención de un apellido italiano como indicador de la discriminación es sólo por la posibilidad de verificarlo. Es imposible hacerlo con un apellido español pues de ese origen son habituales en las clases altas.
Si tuviéramos que cuantificar la presencia de las clases sociales altas en Buenos Aires, diríamos que no superan al 10 % de la población total. El grueso de la población porteña está integrada por los europeos que conforman un 60 % del total. El 30 % restante son los indios.
Los europeos evitan a los indios. La situación más evidente se da en el peronismo, el partido de los indios. Las autoridades del Partido Peronista, los presidentes, senadores, diputados, concejales no son, ni han sido indios. El peronismo, con una masa popular mayoritariamente de indios, ha sido y es conducida históricamente por los descendientes de europeos, los que hemos llamado los europeos. Perón, Duhalde, Menem, Kirchner y el resto de presidentes peronistas son expresiones de lo dicho. No hay, ni ha habido dirigentes peronistas indios, todos han sido europeos. Sólo hace pocos años apareció Moyano que de la CGT se ha ido aproximando a la política y más recientemente tomó notoriedad Fernando “Chino” Navarro[5].
Pero pareciera que la  exclusión no es percibida. Nunca la he oído mencionar. Como decíamos en nuestro documento anterior, los dirigentes de todos los niveles del peronismo son de familias europeas, prevalecen, según mediciones que he realizado, los apellidos españoles.
El comportamiento y actitud de la clases más altas con las otras clases es diferente. Establecen distancia con los europeos, no así con los indios con quienes tienen una relación amable y de confianza que le es correspondida. Este comportamiento es evidente en las familias de clase alta en el trato de los dueños de casa no sólo con su personal, sino también con quienes los atienden brindándoles distintos servicios y prestaciones (peones, capataces, etc.).

3.       Características y particularidades del porteño

Lo que sigue por fin es un gran borrador fruto de la observación y de lo poco que ha podido accederse sobre las características del porteño, en particular en referencias recientes.

3.1.     Lo que dice y de lo que no habla el porteño

En los comercios y actividades en las que hay atención personal y ordenada de público se observa que quien atiende a la fila dialoga animadamente con cada cliente. Esto ocurre tanto en un cine, como en un banco o en el correo. Uno se pregunta quien ha iniciado el diálogo y el tema del mismo. Los que han vivido en otros países saben que en ellos basta mostrar el documento o impreso que hace al trámite que realiza (un boleta de depósito, un sobre o, en su caso, mencionar una película) para que sin palabras concluya rápidamente la atención.

Por otra parte, de lo que no habla es una particularidad del porteño. Van dos ejemplos.

“Tengo cinco departamentos en Barrio Norte y dos locales, todos cerca de Callao y Las Heras, dos de los departamentos heredados de los viejos, que nunca dejan de estar alquilados. Creo que por su buena ubicación.”

“Los dos garajes que tengo en Liniers más las tres casas de Mar del Plata que fui comprando, me dan una renta baja en relación al capital, pero es un ingreso seguro.”

En ochenta años no sólo nunca escuché frases de este tipo, sino que tampoco tengo amigos o parientes, por las conversaciones que tuve con ellos al respecto, que las hayan escuchado. Sí, una vez, el vecino que compró un departamento contiguo al mío y con quien hablé sobre esa compra muy informalmente me dijo:

“Cada dos años, con lo que me da el campo, me compro un departamento como este, de dos dormitorios y bien ubicado, para alquilar.”

Otras dos experiencias que hacen al caso y que tienen su fuente en un amigo vendedor de propiedades son las que siguen: “tengo un cliente al que llevo vendido, años tras año, 20 departamentos y hay otro que es comprador permanente de cocheras, cuando tengo una en buen precio, él es comprador. Los dos son productores de soja.”

Resumiendo, el porteño oculta lo que posee. Tanto bienes como dinero. No habla de sus ingresos y muy raramente de sus actividades.

Hago referencia a este rasgo del porteño en primer término porque coincide con la característica destacada por Ortega y Gasset luego de vivir algunos años en Buenos Aires: el porteño no comparte su intimidad.

3.2.     El porteño y sus raíces

Debe ser mencionada en primer término una característica del porteño que está ligada a su individualidad. El porteño en general desconoce con precisión el origen de su familia. Más allá de “somos italianos” o “somos gallegos”, no puede decir de que provincia y ciudad llegaron sus antepasados. De los muchos viajeros a Europa que he conocido, algunos frecuentes, son pocos los que han visitado el lugar de origen de su familia.

El desarraigo con las raíces se inició con la pérdida del idioma. Por supuesto que esto resulta comprobable en las familias con origen en Italia (esta forma de desarraigo no puede comprobarse con las familias cuyo idioma es el español) , que se extiende a las de origen francés y que se ha detectado también en vascos y catalanes.

En el caso de los emigrantes italianos podría explorarse la discriminación que sufrieron por hablar un castellano incorrecto. Leemos en Internet la referencia que encontramos de “cocoliche” en Wikipedia:

“Quizás pueda definirse al cocoliche como una variedad mixta del castellano y de dialectos y lenguas italianas cuyo uso era casi exclusivamente hablado (oral), en esta especie de pidgin las formas lexicales italianas se alternaban con las castellanas merced a la gran proximidad filogenética entre los idiomas de la Península Ibérica y la Península Itálica. Tal variación lingüística fue usada en el teatro popular rioplatense (el sainete e incluso en el circo criollo— como aquel que fundaron los Hermanos Podestá—) en donde aparecía el personaje cómico «Cocolicchio», caricatura de un italiano del sur. Según José Podestá, el nombre se origina en Antonio Cuculicchio, un peón calabrés de su compañía teatral que fue imitado por el actor del grupo Celestino Petray que tenía gran facilidad para imitar a los italianos acriollados.”

Aquellos que hablaban cocoliche eran sujetos de una burla común y generalizada.  Es por esto que tal vez podamos justificar la falta de arraigo de las familias italianas con sus antepasados en el propósito de desvincularse con el motivo del sarcasmo que sufrían “los tanos”.

Es notable que este propósito de distanciamiento de sus raíces no fuera compensada por la importancia histórica, artística y cultural de Italia. Sin duda, el nivel social y educativo de quienes llegaron a nuestro país no fue ajeno a esta situación. [6]

3.3.     El porteños sus vecinos, sus viajes al exterior y los idiomas

Nuestros vecinos, uruguayos, chilenos y brasileros, por ejemplo, dicen que en el porteño se descubre la antipatía que les tiene a sus vecinos. No es así. Para el porteño los vecinos no existen.

Si alguien le pide a un habitante de Buenos Aires que le describa las características de un chileno o de un uruguayo tendrá una sonrisa por respuesta. No atina a definir de alguna manera a las habitantes de los países vecinos. Tampoco registra sus formas de hablar, ni le interesa saber y decir que alguien es boliviano o chileno. Su comentario es: “no es de acá” o será: “vienen acá para tener educación y salud gratis y se la pagamos todos”.

Como contraparte el porteño es un frecuente viajero al exterior de su país. Europa y Estados Unidos fueron sus destinos durante años, últimamente se agregaron Asia y Africa.

Brasil debe considerarse como una categoría especial. No se viaja a este país para recorrerlo sino para disfrutar de una playa especial donde se permanece varias semanas. Las más visitadas son las de Florianópolis, a las que hay que agregar aquellas playas donde las grandes cadenas de hoteles internacionales ofrecen una estadía llamémosla “completa” que incluye estadía, toldo en la playa, comida, bebida, espectáculos y casino para toda la familia. Los argentinos se agrupan y el contacto con brasileros no es común, es más, en Florianópolis para los jóvenes está establecido por los locales de baile que días van los argentinos y cuales los brasileros.

Los viajes a Europa incluyen varios países y también en este caso se dan particularidades. El porteño no establece contacto con los habitantes de esos países más allá de los que se da con quienes le brindan el servicio del turismo en hoteles, restaurantes y ómnibus, por ejemplo. O sea los porteños no tienen contactos con europeos que pudieron surgir de parientes, de su profesión o trabajo, de viajes anteriores, de contactos que les brindan familiares y amigos. Nada. No es extraños escuchar : “en las dos excursiones que hicimos, en particular la que fue en barco hasta Turquía, había un grupo de argentinos muy divertidos”.

A lo dicho indudablemente no es ajena la dificultad natural del porteño de hablar otros idiomas. Facilidad e interés. Pareciera que esto en los últimos años ha variado y los jóvenes se manejan mejor con los idiomas.

4.       Los intereses del porteño

Los hombres porteños se interesan en temas informales y los más frecuentes son el fútbol, la comida y la narración de anécdotas ya sean actuales o del pasado. El tono que prevalece es el de broma, provocada por el tema mismo o por chistes que se intercalan. No es raro que alguno del grupo sea sujeto de lo que se denomina vulgarmente como “cargada”, discurso que pone en evidencia y exagera alguna de sus características, provocando las risas de todos.

Un aspecto destacable es la escasa presencia de grupos de hombres en restaurantes, bares y confiterías. En cambio la presencia de las mujeres es masiva, en particular en las confiterías de los barrios de clase alta y media alta. Allí se las ve hablar animada y alegremente.

El porteño no se caracteriza por su fidelidad. A través de su vida cambian no sólo sus intereses, sino también sus valores. En el porteño la práctica de una religión no es común y la actuación en un partido político se da en muy pocos casos. Una evidencia de esto es la dificultad que tiene el porteño de las clase media y alta para ubicarse políticamente ante la pregunta: con que partido estás ? No es arriesgado afirmar que el porteño no realiza actividad política. La ciudad tiene pocos comités partidarios y los que existen permanecen sin actividad. Lo diarios no informan de actos, reuniones, ni tampoco de elecciones en los partidos. Una referencia a esto se registra en el diario La Nación del martes 1 de octubre de 2013 en un artículo de primera plana con el título de “El PJ se mostró unido detrás del Gobierno, pero atento a 2015”. El mismo, en distintos párrafos que comenta una reunión nacional del partido dice:

“… el PJ (Partido Justicialista), sobre todo los gobernadores, quiere tener voz y voto una vez que las urnas hablen, mucho más si los malos pronósticos de las encuestas se cumplen. La primera de ellas (señal) es la decisión de realizar futuras reuniones periódicas. Una forma de terminar con la imagen de cáscara vacía que el partido tiene desde hace varios años.” O sea, aún en el mismo partido se percibe la falta de presencia ciudadana. Más adelante se agrega:

“La sede de la calle Matheu al 130 vio ayer un desfile de dirigentes peronistas como hacía rato no ocurría.”

Más adelante tratamos el tema de las elecciones que son definidas por una clase social, los indios. Estos, los indios, como el resto de la población, no actúa en partidos políticos, y votan según los intereses de los europeos, en general económicos. Es decir, es un trueque del voto por lo económico a través del salario que reciben los indios de los gobiernos que ejercen los europeos, con el acceso a distintas formas de corrupción que caracteriza a los gobiernos peronistas.

Los radicales, los socialistas, los comunistas y otros partidos menores constituyen la oposición al peronismo con baja representatividad y pocas actividades.

Qué le interesa, qué moviliza al porteño ? La respuesta no es la misma para mujeres y para hombres.

Para ambos el juego. La quiniela es una antigua expresión del juego del porteño. Una red informal, eficiente y confiable, ha mantenido al juego clandestino que se da en las clases pobres, sustentada por vendedores ambulantes y pequeños comerciantes que manejan “la libreta” donde anotan la jugada que es “pasada” nunca se sabe a quien, ni en donde, al misterioso “capitalista”. Los casinos de Buenos Aires tienen un concurrencia masiva destacándose el número de mujeres que en ciertas horas superan la presencia masculina.

A los hombres les apasiona el fútbol durante toda su vida. En mis 80 años no he conocido a nadie que haya cambiado su adhesión a un club. Muy temprano, a los tres o cuatro años, el niño porteño se define por un club al que permanecerá fiel como “hincha” hasta el final de sus días. Los partidos de fútbol de los equipos más populares – en especial Boca y River – congregan multitudes. Un estadio de 100.000 espectadores no satisface toda la demanda. Los altos precios de las entradas, la dificultad de obtenerlas, la falta de estacionamiento para autos, el desorden en el ingreso son aceptados y no provocan ni quejas.

En lo que hace a los espectáculos artísticos, se registran notables particularidades. Los eventos con las grandes figuras de la danza, la ópera o de la interpretación – solistas u orquestas -, que son frecuentes en particular en el teatro Colón, no se presentan nunca en más de cuatro funciones. Según me dice la responsable de la confitería de la platea, que no hay público para ocupar el teatro para una quinta presentación.

Para una población de Buenos Aires y Gran Buenos de 11.8[7] millones de personas, este comportamiento es llamativo.

Sin embargo, el cantante canadiense Justin Bieber llenó dos veces el estadio de River – 70.000 localidades – con entradas de alto valor. Y dos señoras mayores, reconocidas como tradicionales vedettes, encabezan un espectáculo de música, baile y humor durante varios meses en el centro de Buenos Aires.

El humor es una constante en los espectáculos porteños que se repite en radio y televisión como una componente inevitable y obligatoria. Aún en programas de entrevistas o de análisis y comentarios de temas diversos, los conductores parecen sentirse obligados a provocar la risa de los oyentes.









[1] Urbanski, E. S., La pampa y los porteños en la reciente interpretación argentina, Centro Virtual Cervantes, 1968.
[2] http://clasessocialesbuenosaires.blogspot.com.ar/
[3] Ver por ejemplo Binayán Carmona, Narciso, Historia genealógica argentina, Buenos Aires 1999, Emecé Editores
[5] Nació como Luis Fernando Román, el 19 de junio de 1957, en San Antonio Oeste, una pequeña localidad de la costa seca y ventosa de Río Negro, a donde el agua potable sólo llegaba en tren. Llevó el apellido de su madre soltera, Margarita Román, quien había escapado a los 15 años de un hogar mapuche en Los Berros. Margarita era "la chica" que trabajaba en la casa de Francisco y "Gela" Muñoz, quienes criaron como propio a Luis Fernando, desde entonces, el "Cabezón" Muñoz, como todavía lo llaman en Río Negro.(La Nación 13 de mayo 2012).
[6] Con el tiempo el cocoliche se fue oyendo cada vez menos, probablemente debido a la desaparición de los inmigrantes que lo hablaban, pero muchas de sus palabras hoy en día se encuentran formando parte del lunfardo. Ejemplos:
-          atenti (atentos) atención (es casi sinónimo de guarda),
-          birra ( = cerveza) se sigue utilizando ampliamente hoy en día,
-          chau (forma españolizada de la palabra que aún en italiano se escribe ciao y que deriva de la dialectal véneta medieval sciao,
-          cuore (corazón) si alguien dice te quiero de cuore quiere decir te quiero con el corazón,
-          fiaca (fiacca: flaqueza en italiano) desgano, pereza,
-          laburar (de "lavoro" = trabajo) como sinónimo de trabajar,
-          minga (minga: negación en milanés) nada.

[7] http://www.urbared.ungs.edu.ar/pdf/pdf-articulos/Censo%202010.pdf?PHPSESSID=0fce44533851f68b53e527e4dcae434f, Censo 2010. Somos 14.819.137 habitantes en la Región Metropolitana de Buenos Aires, Leonardo Fernández, Instituto del Conurbano, Universidad Nacional de General Sarmiento