10 EL
PORTEÑO 18 DICIEMBRE DE 2015
Introducción
El porteño es un tema que atrae a escritores,
investigadores y ensayistas. El habitante de Buenos Aires ha sido y es sujeto
de trabajos – artículos, monografías, tesis y libros – que se acumulan año a
año y que lo tratan con distintos
enfoques. Un aspecto que se repite es el del comportamiento y la conducta del
porteño.
Según la información que he recogido, fueron
extranjeros quienes primero se ocuparon del porteño, sorprendidos de sus
características. Dice Edmund Stephen Urbanski,
“Es un tópico que atrajo la curiosidad de algunos observadores extranjeros y
también en los últimos treinta años avivó la atención de varios ensayistas
argentinos” [1] cita a continuación al norteamericano
Waldo Frank, al alemán Keyserling y al español Ortega y Gasset.
Ortega hoy sigue siendo mencionado y citado por
sus escritos de los años treinta, en particular su artículo que tantas críticas
le valieran “El hombre a la defensiva” que apareció en España, en El Espectador,
en 1929.
Los autores argentinos que acompañaron y
siguieron la línea que abrieran Frank y sus seguidores fueron varios: Scalabrini
Ortiz, Martínez Estrada entre otros. Llama la atención que cuando en años
recientes y hoy mismo se retoma el tema, irremediablemente se cita a Ortega y a
sus contemporáneos extranjeros y argentinos.
Sin embargo, al aproximarnos al porteño como
tema de análisis surgen algunas dudas que los trabajos mencionados no consideran.
Se puede hablar de “el porteño” como un
genérico que se aplica a la totalidad de la población de Buenos Aires ? Seguramente,
el porteño que presenta Ortega surge de sus contactos con intelectuales y
personas de las clases medias altas y altas que conoció a través de Victoria
Ocampo quien fuera su muy buena amiga. Y tampoco, quienes han tratado el tema del
porteño han hecho distinciones y se lo
considera un prototipo que se repite para el total de la población. Esto sucede
no sólo en la producción escrita, sino también en la radio y la televisión.
Tratar este tema nos exige considerar y analizar
las clases sociales de Buenos Aires lo que hacemos a continuación.
1. Buenos Aires y sus clases sociales
En 2013 publiqué en un blog [2] un trabajo sobre las
clases sociales de Buenos Aires y el voto. El trabajo concluía con la
definición de cinco clases sociales que considero explicativas de la estructura
social de Buenos Aires y que supera el esquema tradicional de la división en
clases de acuerdo a los ingresos y que utiliza habitualmente los términos de
Alta, Media Alta, Media, Media Baja y Baja. A partir de entonces comencé a trabajar
en el tema del porteño. Según avanzaba con este nuevo tema percibí que el
trabajo anterior adolecía de faltantes, imprecisiones y aún de ciertos errores.
Por esta razón el Cuadro que sigue presenta cambios con respecto al de 2013.
Como ya se señaló, la clasificación en clases se
basa habitualmente en el ingreso. Este esquema definitorio, repetido en el
mundo, considera sólo una variable, la cual aunque importante, no considera
otras dimensiones que definen la ubicación de una persona en su entorno social.
El Cuadro que sigue presenta la clasificación del habitante de Buenos Aires en
clases sociales. Esta clasificación considera la historia y los antecedentes de
la familia como un factor determinante en la sociedad de Buenos Aires. Esa
historia y esos antecedentes familiares resultan y están asociados con la
historia de la ciudad que por cierto tuvo características muy particulares.
Algunos genealogistas han estudiado esta
asociación detalladamente [3] y señalan algunos hechos y situaciones que
resumimos a continuación:
1.
a la llegada de los españoles a lo que sería Buenos Aires, no
había una población india asentada y los nativos vecinos se alejaron sin
establecer contacto con los recién llegados y sin integrarse con ellos;
2.
la población nativa no tenía viviendas, ni había construcciones
que les pertenecieran, como ocurrió con los aztecas, mayas e incas;
3.
la falta de madera y de piedra no debe hacer sido extraño a esta
falta de construcciones indígenas y fue a la vez fue una restricción que
enfrentaron los españoles para afincarse que tuvieron que hacer sus viviendas
con barro;
4.
Buenos Aires fue fundada por Garay que lo hizo acompañado de 11
españoles y 52 “mancebos nacidos en esta tierra” dice Binayán, pero “no hay
correspondencia entre los fundadores y los que se asentaron” y por fin agrega: “en
Buenos Aires apenas se conoce descendencia de 15 de los que llegaron”;
5.
“entre los troncos más poderosos fundados en la época de la
conquista están los … gallegos, … montañeses … (y) vascos” dice Binayán y
agrega la mayoría de las grandes familias de época eran de origen andaluz, en
cambio, a partir del siglo XVIII son de la cornisa cantábrica.
Por fin antes de presentar el Cuadro de
clasificación no están demás algunas observaciones. Se consideran aristócratas las personas y familias que
descienden de personas y familias que integraban de manera destacada la
sociedad del Buenos Aires colonial y que revindican de esto. Constituyen esas
personas y familias de los primeros años de Buenos Aires los pobladores
pioneros (pocos como se señaló más arriba), los funcionarios designados por la
Corona para la administración de la colonia, por ejemplo, Pedro de Medrano, los
comerciantes exitosos, el caso de Lezica y Azcuénaga, y los integrantes de las primeras
instituciones que siguen a la etapa colonial como la junta de mayo: Saavedra,
Castelli, Belgrano, Larrea. Años después, los intelectuales también se suman a la
aristocracia: Echeverría, Mármol, Alberdi, Mitre.
Cabe insistir en que el aspecto económico no
constituye una componente que determina la clasificación de una persona o
familia como aristócrata, ni de los primeros porteños, ni de su descendencia. Se
integraban, sí, a la aristocracia por el matrimonio quienes pertenecían a otras
clases sociales. Por esta situación y porque buena parte de las familias aristócratas de la primera época
quedaron en una crítica pobreza, sus familias y sus apellidos se perdieron.
En cuanto a los terratenientes, veamos dos casos típicos y repetidos: los Anchorena
y los Santamarina.
Juan Anchorena, Navarra,
España, 1734 - ?, , llegó a la Argentina a los 34 años de edad y se instaló en
Buenos Aires. Sin relaciones y sin dinero se empleó en un negocio de alimentos
que al poco tiempo logró comprar a la vez que se iniciaba como prestamista. Esta
ocupación le permitió establecer numerosas relaciones y por fin se casó con la
hija de unos de sus clientes, Ramona Josefa de Anaya. Binayán Carmona aclara
que la esposa de Anchorena pertenecía a un tronco familiar sin conexión con las
familias fundadoras de la Buenos Aires, ya que provenía de un matrimonio
madrileño asentado en Buenos Aires recién en 1683. Sin embargo, esto fue un
asenso social que potenció que los hijos del matrimonio se casaran con miembros
de familias criollas de viejo arraigo. Este caso es un ejemplo del ascenso social
de la clase de los comerciantes - simples “estantes” (los que vivían fuera de
Buenos Aires) - a la de los “vecinos” - integrada por las familias patricias
descendientes de los primeros pobladores que se posibilitaba con el
matrimonio con una criolla de familia arraigada, que le habilitaba el acceso a
los cargos de alcalde y regidor
en el cabildo, como así también el derecho a la
propiedad y a recibir mercedes de tierras. En 1836 la familia
disponía de 76.000
hectáreas de campo y en 1928 las había incrementado a 383.000 hectáreas .
(Tomado de Wikipedia).
El caso de los Santamarina es similar. Ramón
Santamarina, España, 1827 - 1904, llegó a la Argentina
a los dieciséis años de edad y se instaló en Tandil,
en la provincia de Buenos Aires. Trabajó como
peón de campo y con lo que ganaba fue comprando bueyes y carretas, iniciando un
negocio de carretas con el que hizo su fortuna. Adquirió varias estancias.
No es así el caso de los Alzaga. La familia Álzaga fue una antigua familia instalada a mediados del siglo
XVIII en el Virreinato del Río de la Plata cuyos
fundadores fueron Mateo Ramón de Álzaga,administrador de correos, su primo José
de Urquiza y Álzaga y Martín de Álzaga, alcalde de primer voto y regidor del Cabildo,
de importante actuación en el rechazo de las invasiones inglesas, quien logró adquirir una
gran fortuna en el comercio. Este último era natural de la parroquia de Vizcaya.
Contrajo matrimonio con María Magdalena Carrera con quien tuvo tres hijos
varones y siete mujeres. La familia se constituyó en una de las más
representativas de la aristocracia terrateniente argentina,
es decir son aristócratas por su ascendencia
y a la vez terratenientes. (Tomado de
Wikipedia).
Es decir, estas tres
familias representativas de la aristocracia porteña tienen historias diferentes
y como veremos en el Cuadro que sigue sus historias las ubican dentro del
estrato social al que pertenecen en distintos niveles.
Seguimos con el Cuadro.
CLASE SOCIAL
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INTEGRANTES DE LA CLASE SOCIAL
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ARISTOCRATAS
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en primer término lideran esta clase los pocos descendientes de
los españoles fundadores. Se agregan a estos, los sucesores de las familias
que surgieron del matrimonio de aquellos españoles que se agregaron – primero
andaluces y después vascos – como “vecinos” en la periferia de la ciudad, sin
o con pocos recursos, y que hicieron fortuna y se casaron con las
descendientes de los primeros pobladores que se habían empobrecido. Este grupo
es liderado por quienes acreditan estirpe de antigua nobleza y reales. Es el
caso de los descendientes de Liniers, por ejemplo los Estrada, que pueden
trazar su filiación hasta el siglo XIII [4] y antepasados que ya
pertenecían dos siglos antes a la Orden de los Caballeros de San Juan de
Jerusalén. Cabe destacar que estos se consideran más acreditados por su
estirpe que los que también integran el grupo de los aristócratas, los descendientes de aquellas argentinas – que ya
mencionamos más arriba – que casaron con nobles europeos arruinados
económicamente y cuyo caso emblemático lo constituyó la no-Unzué que casó
con el duque de Luynes. Por lo dicho,
los aristócratas no presenta ni
uniformidad, ni integración total, sino a nivel de los subgrupos, más allá de
la relación formal que se mantiene educadamente entre todos los integrantes.
|
TERRATENIENTES
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son los descendientes de las familias exitosas económicamente
del siglo XIX, grandes terratenientes, de origen español, criollo y mestizo,
por ejemplo, los Anchorena, ya mencionados, Santamarina, nacido el primero en
llegar en Galicia, o de raíces francesas, Leloir, y también ingleses,
Tornquist, e irlandeses, Duggan. En general los terratenientes son discretos, sin aparición ni en público, ni en
organizaciones, ni en los medios periodísticos. Actúan en las asociaciones de
su sector (La Rural, por ejemplo) y desempeñan actividades con los aristócratas, y así como dentro de los
aristócratas hay categorías, los terratenientes se saben de una
categoría inferior. Esta situación no se expresa de ninguna manera y funciona
como un telón de fondo donde cada uno sabe el lugar que le corresponde.
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ADINERADOS
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son los descendientes de quienes desde los primeros años y aún
posteriormente hicieron fortuna y llegaron a una ubicación social por el
desempeño de una actividad no agrícola: comerciantes, funcionarios,
profesionales, políticos, industriales, etc. (Escasany, Fortabat, Bagó por
ejemplo). Algunos ocupan los primeros lugares de las organizaciones
profesionales y empresariales, otros son casi desconocidos, por ejemplo Hugo
Sigman. Su actividad social demuestra su poder y riqueza. Los de familias
sajonas lograron en varios casos ocupar destacada posición dentro de este
grupo y aun a ascender a los grupos anteriores (por ejemplo los Bullrich). El
origen italiano constituyó siempre una traba para actuar con los aristócratas y los terratenientes, aún para los más
exitosos económicamente: los Pini y los Soldati por ejemplo. Por fin, dentro
de este grupo se encuentran los adinerados judíos, entre ellos Eduardo
Elsztain el mayor terrateniente del país, y un conjunto de grandes
empresarios dueños de bancos, fondos de inversión, diarios y negocios agropecuarios
como la siembra de soja por Gustavo Brogocopatel (
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EUROPEOS
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son los descendientes de los primeros españoles que no hicieron
fortuna y los descendientes de los europeos (españoles, italianos, judíos,
etc.) que llegaron en el siglo XIX y principios de XX. Parte de este grupo fue
económicamente exitoso en Buenos Aires como comerciante o como industrial.
Sus hijos se profesionalizaron y algunos integran un grupo con altos ingresos,
administrando las empresas que iniciaron sus padres. Otro grupo se mantuvo y
se mantiene como empleado – muchos del Estado – o como pequeño comerciante o
artesano (electricista, cañista, gasista, etc.) o prestando servicios (chóferes,
taxistas, encargados de estacionamientos, etc.) y por fin, en ocupaciones
menores (porteros, vigilantes, serenos, peones, etc.). Las mujeres de la
clase europeos han evolucionado
notoriamente en los últimos años. Tradicionalmente fueron las maestras de
escuela, hoy constituyen casi la mayoría de los egresados universitarios y su
presencia en organizaciones y empresas es creciente. La mujeres de menores
ingresos son empleadas en el comercio y en la industria. Clasificando a este
último grupo por bienes e ingresos, tendremos subgrupos de clases económicamente alta, media, media
baja y baja.
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INDIOS
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los descendientes de los indios que fueron pocos en Buenos Aires
hasta que durante el proceso de industrialización de los años 40 liderado por
Perón, ocupan el Gran Buenos Aires y a partir de esa fecha continúan
llegando, acompañados desde los años 80 por peruanos, bolivianos y paraguayos
|
De quien se habla entonces cuando se hace
referencia al “porteño” ? No es arriesgado decir que la referencia que leemos o
escuchamos por televisión se refiere a los europeos
que son quienes ocupan el espacio más visible de la sociedad de Buenos Aires. Esta
clase también es mayoría y seguramente alcanza al 60 % de la población.
El segundo grupo en orden de importancia en
Buenos Aires es el de los indios. Denominamos
así, correctamente a esta clase, por su origen y ascendencia. Décadas atrás fueron despectivamente conocidos como “negros”
y “cabecitas negra”. Son la mano de obra de la construcción y de las industrias
y quienes ocupan cargos como vigilantes en la policía y como suboficiales de
las fuerzas armadas. No hay vigilantes rubios.
El tema del “indio” no es menor. En el documento
original de mi trabajo sobre las clases sociales de Buenos Aires, se usó el
término entendiéndose que era tan válido como lo es el de “celta”, “gallego”,
“vasco” o “sajón”. Ahora resulta – es una novedad de hace dos años - que el
término “indio” es despectivo y lo que corresponde para definir personas con
ese origen es el empleo de dos palabras: “pueblo originario”. Es decir, que si
a alguien cuyos antepasados fueron calchaquíes le pregunto qué es, debe
responderme “pueblo originario”. Esto es como si en Brasil a alguien de color
le preguntara lo mismo y me contestara “pueblo extranjero introducido”.
2. Evaluación
De la clasificación presentada en el Punto
anterior surgen las diferencias profundas que se dan entre las clases sociales de
Buenos Aires. Los aristócratas y terratenientes durante años, y hasta
hace muy poco, constituyeron un grupo con modalidades, comportamientos y
costumbres semejantes que se expresaban tanto en la vida familiar como en lo
social y lo profesional. Ciertos y determinado barrios, colegios, clubes,
asociaciones y lugares de veraneo eran áreas definidas, casi propias y
exclusivas de esas clases sociales. En este contexto, el encuentro físico con
otras clases era casi imposible.
Sin embargo, el gran crecimiento económico de
algunas familias de la clase que hemos denominado europeos, logró primero el vínculo profesional, por la coincidencia
de intereses, que luego esa aceptación se expandió a lo social. Es decir, como
lo señalábamos en “Las clases sociales de Buenos Aires y el voto”, una expresión
de la discriminación hacia los europeos
era la ausencia de apellidos italianos en las relaciones de la clase alta.
Con
pocas excepciones los inmigrantes de afuera no se integraron con las clases altas
de Buenos Aires. Si algún autor dice lo contario sustentándose en el caso de
los Pellegrini o en el de los Devoto, la realidad es otra. Si tenemos la
paciencia de analizar los avisos fúnebres de la Clase Alta publicados en La
Nación comprobamos rápidamente lo dicho. Por ejemplo el 2 de mayo de 2012
falleció María E. Duhau Avellaneda y en las tres columnas de avisos no encontramos
un apellido italiano, no sólo de un pariente, sino de un amigo o conocido.
Corresponde
señalar que la mención de un apellido italiano como indicador de la
discriminación es sólo por la posibilidad de verificarlo. Es imposible hacerlo
con un apellido español pues de ese origen son habituales en las clases altas.
Si
tuviéramos que cuantificar la presencia de las clases sociales altas en Buenos
Aires, diríamos que no
superan al 10 % de la población total. El grueso de la población porteña está
integrada por los europeos que
conforman un 60 % del total. El 30 % restante son los indios.
Los
europeos evitan a los indios. La situación más evidente se da
en el peronismo, el partido de los indios.
Las autoridades del Partido Peronista, los presidentes, senadores, diputados,
concejales no son, ni han sido indios.
El peronismo, con una masa popular mayoritariamente de indios, ha sido y es conducida históricamente por los descendientes
de europeos, los que hemos llamado los europeos.
Perón, Duhalde, Menem, Kirchner y el resto de
presidentes peronistas son expresiones de lo dicho. No hay, ni ha
habido dirigentes peronistas indios,
todos han sido europeos. Sólo hace
pocos años apareció Moyano que de la CGT se ha ido aproximando a la política y
más recientemente tomó notoriedad Fernando “Chino” Navarro[5].
Pero
pareciera que la exclusión no es
percibida. Nunca la he oído mencionar. Como decíamos en nuestro documento
anterior, los dirigentes de todos los niveles del peronismo son de familias
europeas, prevalecen, según mediciones que he realizado, los apellidos
españoles.
El
comportamiento y actitud de la clases más altas con las otras clases es
diferente. Establecen distancia con los europeos,
no así con los indios con quienes
tienen una relación amable y de confianza que le es correspondida. Este
comportamiento es evidente en las familias de clase alta en el trato de los
dueños de casa no sólo con su personal, sino también con quienes los atienden
brindándoles distintos servicios y prestaciones (peones, capataces, etc.).
3. Características y particularidades del porteño
Lo que sigue por fin es un gran borrador fruto
de la observación y de lo poco que ha podido accederse sobre las características
del porteño, en particular en referencias recientes.
3.1. Lo que dice y de lo que no habla el porteño
En los comercios y actividades en las que hay
atención personal y ordenada de público se observa que quien atiende a la fila
dialoga animadamente con cada cliente. Esto ocurre tanto en un cine, como en un
banco o en el correo. Uno se pregunta quien ha iniciado el diálogo y el tema
del mismo. Los que han vivido en otros países saben que en ellos basta mostrar
el documento o impreso que hace al trámite que realiza (un boleta de depósito, un
sobre o, en su caso, mencionar una película) para que sin palabras concluya
rápidamente la atención.
Por otra parte, de lo que no habla es una
particularidad del porteño. Van dos ejemplos.
“Tengo cinco departamentos en Barrio Norte y dos
locales, todos cerca de Callao y Las Heras, dos de los departamentos heredados
de los viejos, que nunca dejan de estar alquilados. Creo que por su buena
ubicación.”
“Los dos garajes que tengo en Liniers más las
tres casas de Mar del Plata que fui comprando, me dan una renta baja en
relación al capital, pero es un ingreso seguro.”
En ochenta años no sólo nunca escuché frases de
este tipo, sino que tampoco tengo amigos o parientes, por las conversaciones
que tuve con ellos al respecto, que las hayan escuchado. Sí, una vez, el vecino
que compró un departamento contiguo al mío y con quien hablé sobre esa compra
muy informalmente me dijo:
“Cada dos años, con lo que me da el campo, me
compro un departamento como este, de dos dormitorios y bien ubicado, para
alquilar.”
Otras dos experiencias que hacen al caso y que
tienen su fuente en un amigo vendedor de propiedades son las que siguen: “tengo
un cliente al que llevo vendido, años tras año, 20 departamentos y hay otro que
es comprador permanente de cocheras, cuando tengo una en buen precio, él es
comprador. Los dos son productores de soja.”
Resumiendo, el porteño oculta lo que posee.
Tanto bienes como dinero. No habla de sus ingresos y muy raramente de sus
actividades.
Hago referencia a este rasgo del porteño en
primer término porque coincide con la característica destacada por Ortega y
Gasset luego de vivir algunos años en Buenos Aires: el porteño no comparte su
intimidad.
3.2. El porteño y sus raíces
Debe ser mencionada en primer término una
característica del porteño que está ligada a su individualidad. El porteño en
general desconoce con precisión el origen de su familia. Más allá de “somos
italianos” o “somos gallegos”, no puede decir de que provincia y ciudad llegaron
sus antepasados. De los muchos viajeros a Europa que he conocido, algunos
frecuentes, son pocos los que han visitado el lugar de origen de su familia.
El desarraigo con las raíces se inició con la
pérdida del idioma. Por supuesto que esto resulta comprobable en las familias
con origen en Italia (esta forma de desarraigo no puede comprobarse con las
familias cuyo idioma es el español) , que se extiende a las de origen francés y
que se ha detectado también en vascos y catalanes.
En el caso de los emigrantes italianos podría
explorarse la discriminación que sufrieron por hablar un castellano incorrecto.
Leemos en Internet la referencia que encontramos de “cocoliche” en Wikipedia:
“Quizás pueda definirse al cocoliche como una
variedad mixta del castellano y de dialectos y lenguas italianas cuyo uso era
casi exclusivamente hablado (oral), en esta especie de pidgin las formas lexicales italianas se alternaban con las
castellanas merced a la gran proximidad filogenética entre los idiomas de la
Península Ibérica y la Península Itálica. Tal variación lingüística fue usada
en el teatro popular rioplatense (el sainete e incluso en el circo criollo—
como aquel que fundaron los Hermanos Podestá—)
en donde aparecía el personaje cómico «Cocolicchio», caricatura de un italiano
del sur. Según José Podestá, el
nombre se origina en Antonio Cuculicchio, un
peón calabrés de su compañía teatral
que fue imitado por el actor del grupo Celestino
Petray que tenía gran facilidad
para imitar a los italianos acriollados.”
Aquellos que hablaban cocoliche eran sujetos de
una burla común y generalizada. Es por
esto que tal vez podamos justificar la falta de arraigo de las familias
italianas con sus antepasados en el propósito de desvincularse con el motivo del
sarcasmo que sufrían “los tanos”.
Es notable que este propósito de distanciamiento
de sus raíces no fuera compensada por la importancia histórica, artística y
cultural de Italia. Sin duda, el nivel social y educativo de quienes llegaron a
nuestro país no fue ajeno a esta situación. [6]
3.3. El porteños sus vecinos, sus viajes al exterior y los
idiomas
Nuestros vecinos, uruguayos, chilenos y
brasileros, por ejemplo, dicen que en el porteño se descubre la antipatía que
les tiene a sus vecinos. No es así. Para el porteño los vecinos no existen.
Si alguien le pide a un habitante de Buenos
Aires que le describa las características de un chileno o de un uruguayo tendrá
una sonrisa por respuesta. No atina a definir de alguna manera a las habitantes
de los países vecinos. Tampoco registra sus formas de hablar, ni le interesa saber
y decir que alguien es boliviano o chileno. Su comentario es: “no es de acá” o
será: “vienen acá para tener educación y salud gratis y se la pagamos todos”.
Como contraparte el porteño es un frecuente
viajero al exterior de su país. Europa y Estados Unidos fueron sus destinos
durante años, últimamente se agregaron Asia y Africa.
Brasil debe considerarse como una categoría
especial. No se viaja a este país para recorrerlo sino para disfrutar de una
playa especial donde se permanece varias semanas. Las más visitadas son las de
Florianópolis, a las que hay que agregar aquellas playas donde las grandes
cadenas de hoteles internacionales ofrecen una estadía llamémosla “completa”
que incluye estadía, toldo en la playa, comida, bebida, espectáculos y casino
para toda la familia. Los argentinos se agrupan y el contacto con brasileros no
es común, es más, en Florianópolis para los jóvenes está establecido por los
locales de baile que días van los argentinos y cuales los brasileros.
Los viajes a Europa incluyen varios países y
también en este caso se dan particularidades. El porteño no establece contacto
con los habitantes de esos países más allá de los que se da con quienes le
brindan el servicio del turismo en hoteles, restaurantes y ómnibus, por
ejemplo. O sea los porteños no tienen contactos con europeos que pudieron
surgir de parientes, de su profesión o trabajo, de viajes anteriores, de contactos
que les brindan familiares y amigos. Nada. No es extraños escuchar : “en las
dos excursiones que hicimos, en particular la que fue en barco hasta Turquía,
había un grupo de argentinos muy divertidos”.
A lo dicho indudablemente no es ajena la dificultad
natural del porteño de hablar otros idiomas. Facilidad e interés. Pareciera que
esto en los últimos años ha variado y los jóvenes se manejan mejor con los
idiomas.
4. Los intereses del porteño
Los hombres porteños se interesan en temas
informales y los más frecuentes son el fútbol, la comida y la narración de
anécdotas ya sean actuales o del pasado. El tono que prevalece es el de broma,
provocada por el tema mismo o por chistes que se intercalan. No es raro que
alguno del grupo sea sujeto de lo que se denomina vulgarmente como “cargada”,
discurso que pone en evidencia y exagera alguna de sus características,
provocando las risas de todos.
Un aspecto destacable es la escasa presencia de grupos de hombres en restaurantes, bares y confiterías. En cambio la presencia de las mujeres es masiva, en particular en las confiterías de los barrios de clase alta y media alta. Allí se las ve hablar animada y alegremente.
El porteño no se caracteriza por su fidelidad. A
través de su vida cambian no sólo sus intereses, sino también sus valores. En
el porteño la práctica de una religión no es común y la actuación en un partido
político se da en muy pocos casos. Una evidencia de esto es la dificultad que
tiene el porteño de las clase media y alta para ubicarse políticamente ante la
pregunta: con que partido estás ? No es arriesgado afirmar que el porteño no
realiza actividad política. La ciudad tiene pocos comités partidarios y los que
existen permanecen sin actividad. Lo diarios no informan de actos, reuniones,
ni tampoco de elecciones en los partidos. Una referencia a esto se registra en
el diario La Nación del martes 1 de octubre de 2013 en un artículo de primera
plana con el título de “El PJ se mostró unido detrás del Gobierno, pero atento
a 2015” .
El mismo, en distintos párrafos que comenta una reunión nacional del partido
dice:
“… el PJ (Partido Justicialista), sobre todo los
gobernadores, quiere tener voz y voto una vez que las urnas hablen, mucho más
si los malos pronósticos de las encuestas se cumplen. La primera de ellas
(señal) es la decisión de realizar futuras reuniones periódicas. Una forma de
terminar con la imagen de cáscara vacía que el partido tiene desde hace varios
años.” O sea, aún en el mismo partido se percibe la falta de presencia
ciudadana. Más adelante se agrega:
“La sede de la calle Matheu al 130 vio ayer un
desfile de dirigentes peronistas como hacía rato no ocurría.”
Más adelante tratamos el tema de las elecciones que
son definidas por una clase social, los indios.
Estos, los indios, como el resto de la población, no actúa en partidos
políticos, y votan según los intereses de los europeos, en general económicos. Es decir, es un trueque del voto
por lo económico a través del salario que reciben los indios de los gobiernos que ejercen los europeos, con el acceso a distintas formas de corrupción que
caracteriza a los gobiernos peronistas.
Los radicales, los socialistas, los comunistas y
otros partidos menores constituyen la oposición al peronismo con baja
representatividad y pocas actividades.
Qué le interesa, qué moviliza al porteño ? La
respuesta no es la misma para mujeres y para hombres.
Para ambos el juego. La quiniela es una antigua
expresión del juego del porteño. Una red informal, eficiente y confiable, ha
mantenido al juego clandestino que se da en las clases pobres, sustentada por
vendedores ambulantes y pequeños comerciantes que manejan “la libreta” donde
anotan la jugada que es “pasada” nunca se sabe a quien, ni en donde, al
misterioso “capitalista”. Los casinos de Buenos Aires tienen un concurrencia
masiva destacándose el número de mujeres que en ciertas horas superan la
presencia masculina.
A los hombres les apasiona el fútbol durante
toda su vida. En mis 80 años no he conocido a nadie que haya cambiado su
adhesión a un club. Muy temprano, a los tres o cuatro años, el niño porteño se
define por un club al que permanecerá fiel como “hincha” hasta el final de sus
días. Los partidos de fútbol de los equipos más populares – en especial Boca y
River – congregan multitudes. Un estadio de 100.000 espectadores no satisface
toda la demanda. Los altos precios de las entradas, la dificultad de obtenerlas,
la falta de estacionamiento para autos, el desorden en el ingreso son aceptados
y no provocan ni quejas.
En lo que hace a los espectáculos artísticos, se
registran notables particularidades. Los eventos con las grandes figuras de la
danza, la ópera o de la interpretación – solistas u orquestas -, que son
frecuentes en particular en el teatro Colón, no se presentan nunca en más de
cuatro funciones. Según me dice la responsable de la confitería de la platea, que
no hay público para ocupar el teatro para una quinta presentación.
Para una población de Buenos Aires y Gran Buenos
de 11.8[7] millones de personas,
este comportamiento es llamativo.
Sin embargo, el cantante canadiense Justin
Bieber llenó dos veces el estadio de River – 70.000 localidades – con entradas
de alto valor. Y dos señoras mayores, reconocidas como tradicionales vedettes,
encabezan un espectáculo de música, baile y humor durante varios meses en el
centro de Buenos Aires.
El humor es una constante en los espectáculos
porteños que se repite en radio y televisión como una componente inevitable y
obligatoria. Aún en programas de entrevistas o de análisis y comentarios de
temas diversos, los conductores parecen sentirse obligados a provocar la risa
de los oyentes.
[1] Urbanski, E. S., La pampa y los
porteños en la reciente interpretación argentina, Centro Virtual Cervantes,
1968.
[3] Ver por
ejemplo Binayán Carmona, Narciso, Historia genealógica argentina, Buenos Aires
1999, Emecé Editores
[5] Nació como Luis Fernando Román, el 19 de junio
de 1957, en San Antonio Oeste, una pequeña localidad de la costa seca y ventosa
de Río Negro, a donde el agua potable sólo llegaba en tren. Llevó el apellido
de su madre soltera, Margarita Román, quien había escapado a los 15 años de un
hogar mapuche en Los Berros. Margarita era "la chica" que trabajaba
en la casa de Francisco y "Gela" Muñoz, quienes criaron como propio a
Luis Fernando, desde entonces, el "Cabezón" Muñoz, como todavía lo
llaman en Río Negro.(La Nación 13 de mayo 2012).
[6]
Con el tiempo el cocoliche se fue oyendo cada vez menos,
probablemente debido a la desaparición de los inmigrantes que lo hablaban, pero
muchas de sus palabras hoy en día se encuentran formando parte del lunfardo. Ejemplos:
-
atenti (atentos) atención (es
casi sinónimo de guarda),
-
birra ( = cerveza) se sigue
utilizando ampliamente hoy en día,
-
chau (forma españolizada de la
palabra que aún en italiano se escribe ciao y que deriva de la dialectal véneta medieval sciao,
-
cuore (corazón) si alguien dice
te quiero de cuore quiere decir te quiero con el corazón,
-
fiaca (fiacca: flaqueza en
italiano) desgano, pereza,
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laburar (de "lavoro" =
trabajo) como sinónimo de trabajar,
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minga (minga: negación en
milanés) nada.
[7] http://www.urbared.ungs.edu.ar/pdf/pdf-articulos/Censo%202010.pdf?PHPSESSID=0fce44533851f68b53e527e4dcae434f, Censo 2010. Somos 14.819.137 habitantes en la Región
Metropolitana de Buenos Aires, Leonardo Fernández, Instituto del Conurbano, Universidad
Nacional de General Sarmiento